Info > Prensa
MISTERIOSO "NORD ENLLÀ"
por Maria LLuïsa Borràs
LA VANGUARDIA, 28 de setembre de 2001
Con el título "Tierra, viento y fuego", la pintora sueca afincada en Barcelona Leo Wellmar (Estocolmo, 1965), que hace un año hacía su debut, presenta ahora un conjunto de óleos muy cuidados, paisajes desiertos envueltos en un halo de misterio de indudable interés, tanto formalmente como por su referencia a ese "nord enllà" del poema de Espriu.
Wellmar busca crear la sensación de que el paisaje es algo sagrado y se vale del color blanco para simbolizar el infinito, la lejanía, el más allá, la visión onírica. La forma es extremadamente pura y mínima. A veces parece obtenida siguiendo una plantilla. Y no se adivinaría desde cierta distancia que se tratara de pintura al óleo. Sólo en las imágenes de troncos de árbol víctimas del fuego con simbología humana ("Hombre Y Mujer" u "Ocultar emociones") la pintora se permite un atisbo de color. Pero tanto en las telas que agrupa bajo el nombre de Viento ("Libre como..." o "Equilibrio") como en las que subtitula Tierra ("Madre e hijo" o "Tan lejos como..."), el color se limita a una gradación que progresa del blanco a diversos tonos de azul.
La tierra, el viento y el fuego como metáfora de los estados anímicos. En definitiva, la expresión de un sentimiento, de una emoción. Una pintura personal, reposada y cuidada que se sitúa en un ámbito eminentemente espiritual y destaca sensiblemente entre la de otros pinturas de su generación.
volver atrás
por Maria LLuïsa Borràs
LA VANGUARDIA, 28 de setembre de 2001
Con el título "Tierra, viento y fuego", la pintora sueca afincada en Barcelona Leo Wellmar (Estocolmo, 1965), que hace un año hacía su debut, presenta ahora un conjunto de óleos muy cuidados, paisajes desiertos envueltos en un halo de misterio de indudable interés, tanto formalmente como por su referencia a ese "nord enllà" del poema de Espriu.
Wellmar busca crear la sensación de que el paisaje es algo sagrado y se vale del color blanco para simbolizar el infinito, la lejanía, el más allá, la visión onírica. La forma es extremadamente pura y mínima. A veces parece obtenida siguiendo una plantilla. Y no se adivinaría desde cierta distancia que se tratara de pintura al óleo. Sólo en las imágenes de troncos de árbol víctimas del fuego con simbología humana ("Hombre Y Mujer" u "Ocultar emociones") la pintora se permite un atisbo de color. Pero tanto en las telas que agrupa bajo el nombre de Viento ("Libre como..." o "Equilibrio") como en las que subtitula Tierra ("Madre e hijo" o "Tan lejos como..."), el color se limita a una gradación que progresa del blanco a diversos tonos de azul.
La tierra, el viento y el fuego como metáfora de los estados anímicos. En definitiva, la expresión de un sentimiento, de una emoción. Una pintura personal, reposada y cuidada que se sitúa en un ámbito eminentemente espiritual y destaca sensiblemente entre la de otros pinturas de su generación.
volver atrás
